En Polonia, el 17 de febrero de 1941, en un pueblito cerca de
la ciudad de Varsovia, un auto negro se detuvo frente a una imprenta. Se veía
la patente que identificaba al vehículo como «Gestapo», que es la policía de
Hitler. Bajaron cinco policías armados y golpearon la puerta: «¡Buscamos a
Maximilano Kolbe! ¡Ábranos!». Así se llevaron por la fuerza al sacerdote del
lugar.
El auto se detuvo en la cárcel de Pawiack y allí lo encerraron
en la celda 103. Pero él no estaba triste. Su corazón se alegró: «Es tanto lo
que tengo que anunciarles a los demás encarcelados... Es tanto el amor que
Jesús les tiene que es bueno que yo esté aquí para contárselo».
Un día, al final del mes de mayo, el padre Maximiliano fue
llevado en una camioneta junto con muchos otros prisioneros al campo de
concentración de Auschwitz. Aquí sobrevino lo peor. Los campos de concentración
son lugares atroces, en donde los prisioneros son obligados a trabajos forzosos
hasta morir. Son lugares de hambre, enfermedad y crueldad. Muchos hombres
fueron condenados a diario a morir en las cámaras de gas. Era difícil soportar
ese sufrimiento... era demasiado... era casi inimaginable. Un día del mes de
julio, un prisionero de la barraca del padre Maximiliano logró escapar, y el oficial
alemán a cargo, lleno de furia, puso en fila a todos los prisioneros y les
dijo: «Diez de ustedes morirán en lugar del prisionero que escapó». Y comenzó a
numerarlos. Los números 10 deberían dar un paso al frente y aceptar la muerte
que les tocaba en suerte. Uno de ellos, el prisionero 16.674, al ser designado,
comenzó a llorar diciendo: «¡Oh!, tengo mujer e hijos, a los que no volveré a
ver más...». Entonces el padre Maximiliano se adelantó y se paró frente al
prepotente oficial: «¿Qué deseas?», preguntó enfurecido. «Quiero morir en el
lugar de este prisionero». El oficial quedó desconcertado, y Maximiliano
intentó convencerlo: «Tengo ya muchos años y poca fuerza... mi vida ya no
servirá para demasiado... pido que la cambien por la de aquel hombre que tiene
mujer e hijos...». El oficial, sin salir de su asombro, preguntó: «¿Quién eres
tú?». Y el padre Maximiliano respondió con una sentencia contundente: «Un
sacerdote». Nada más que un sacerdote dispuesto a dar la vida por Jesús.
Y el padre Maximiliano Kolbe murió a los 47 años de edad,
junto a otros nueve prisioneros encerrados en una habitación fría y oscura.
Conocemos el testimonio de su vida y de su muerte gracias al
relato del prisionero 16.674, que fue salvado por el padre Maximiliano, y que
logró sobrevivir al exterminio nazi y pudo volver a reunirse con su familia y
con sus hijos. Maximiliano fue un mártir cristiano muerto en un lugar donde
murieron millones de hermanos judíos.
Su fiesta se celebra el 14 de agosto.
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