Huesos de Santo

Los huesos de santo son unos exquisitos postres elaborados con mazapán y rellenos de dulce de yema. Lo más característico es la forma que adoptan, ya que el mazapán blanco adquiere la forma de hueso alargado, como si se tratara de una tibia, lo que les hace recibir el nombre por el que son popularmente conocidos.
Como ocurre con muchas tradiciones, su origen es dudoso, aunque todo indica que se trata de una costumbre milenaria instaurada por un monje benedictino que pretendía hacer olvidar a los ciudadanos la festividad pagana de los celtas. Con la forma y el nombre que le dio a este postre, quería recordar que el 1 de noviembre es un día para homenajear a los que ya no están.
Desde entonces hasta hoy, estos dulces se han ido popularizando hasta el punto de estar presentes en los escaparates de todas las pastelerías en cuanto se acerca la celebración del Día de Todos los Santos. Por otro lado, su elaboración es un tanto laboriosa ya que requiere la fabricación de la masa de mazapán hecha a partir de almendra y azúcar, para pasar después a moldear cada hueso uno a uno, sumergirlos en almíbar e introducirles el relleno de dulce de yema. El azúcar cristalizado, además de hacerlos más apetecibles y atractivos, actúa como una película protectora que dará más consistencia a estos particulares huesos.
Junto a este postre, los buñuelos son otro de los dulces típicos de la festividad de Difuntos, ya sea rellenos de nata, crema o chocolate.

Ingredientes

Para preparar el mazapán y el almíbar:

  • 200 gramos de azúcar
  • 150 gramos de almendra molida
  • 100 mililitros de agua
  • Azúcar glasé
  • 100 gramos de azúcar
  • 4 yemas de huevo
  • 50 gramos de agua.

Cómo cocinar, paso a paso, huesos de Santo

1- Preparar un almíbar con el agua y el azúcar. Poco a poco añadir la almendra hasta formar una masa. Dejar enfriar.

2- Hacer otro almíbar con el agua y el azúcar, y cuando esté listo, lo incorporamos poco a poco a las yemas batidas.

3- Introducir la mezcla en el recipiente donde hemos hecho el almíbar y se calienta al baño María, evitando que entre en ebullición porque la pasta se podría cortar. Una vez que haya espesado bien, dejar enfriar.

4- Amasar el mazapán con un rodillo, espolvoreando toda la superficie con azúcar glasé para que se consiga un aspecto blanco de los huesos.

5- Hacer tiras cuadradas del tamaño que consideremos más adecuado, pero con las dimensiones suficientes para hacer con ellas los canutillos. Cada tira cuadrada se enrolla en un palo de 1 cm. de grosor y pegamos la masa con los dedos.

6- Espolvorear cada canutillo con el azúcar glasé para evitar que la masa se pegue al palo. Se saca la masa del palo y se deja enfriar. Luego se rellena con la pasta de yema.



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