Roscón de Reyes


El roscón de Reyes, la leyenda del postre más mágico de las navidades
El roscón de Reyes quizás no venga del Lejano Oriente, pero cada 6 de enero visita multitud de hogares y sus sorpresas interiores se convierten en las protagonistas de todas las mesas. El roscón de Reyes, este tradicional bollo navideño, esconde mucho más que un muñeco de cerámica o una legumbre en su interior, y es que existe una larga historia que nada tiene que ver con el cristianismo ni la llegada de los Reyes Magos.
El origen del roscón de Reyes se remonta al siglo II a.C., cuando a mediados de diciembre, tras las cosechas, tenían lugar unas fiestas conocidas como 'las Saturnales'. Esta celebración era un homenaje a Saturno, dios de la agricultura y las cosechas, y en ella era costumbre elaborar una torta con miel, frutos secos, dátiles e higos y repartirla entre todos los asistentes. Más tarde se popularizó la costumbre de introducir un haba en el bollo, nuestro actual roscón de Reyes.
Esta costumbre resistió al paso del tiempo, sobre todo en Francia, donde bajo el nombre de 'el rey del haba' se convirtió en toda una tradición de la aristocracia y la realeza. Fue precisamente en el seno de la aristocracia francesa donde el bollo, el roscón de Reyes, dio un paso más. Cuenta la leyenda que un cocinero con la intención de sorprender a  Luis XV introdujo una moneda de oro en el roscón. A partir de ese momento la moneda se convirtió en la sorpresa estrella, y el haba en la que nadie deseaba encontrar en su porción.
La tradición del roscón de Reyes parece que se implantó en el Día de Reyes a mediados del siglo XIX. Con el tiempo la moneda fue sustituida por una figurita de cerámica, elemento que aún se mantiene hoy en día. El haba por su parte ha quedado relegada al puesto de 'sorpresa desagradable', ya que al que le toca se ve obligado a pagar el rosco.

Ingredientes:
- 650 g de harina de fuerza
- 250 ml de leche tibia
- 25-30 g de levadura fresca
- 120 g de azúcar
- 120 g de mantequilla ablandada
- 2 huevos y 1 yema
- 10 g de sal
- 2 y 1/2 cucharadas de agua de azahar
- 2 ó 3 cucharadas de ron
- Piel rallada de 1 limón grande y 1 naranja

Para decorar:
- Frutas escarchadas al gusto
- Azúcar
- Un huevo batido

Preparación:

1- Primero se mezcla un poco de leche tibia con unas cuantas cucharadas de harina. Se añade la levadura fresca desmenuzada y se espolvorea una pizca de azúcar. Se tapa y se deja fermentar alrededor de una hora en un lugar cálido.
En un recipiente aparte, tamizamos el resto de harina con la sal. Añadimos la ralladura de un limón y una naranja, el agua de azahar, el ron, el azúcar blanco, 2 huevos enteros y una yema, el resto de la leche y el fermento. Se mezcla todo y por último se añade la mantequilla derretida. Trabajar la masa hasta que esté homogénea.
  
2- La masa se queda muy pegajosa. La volcamos en una superficie enharinada, y con las manos bien untadas de harina, comenzamos a amasar. Habrá que ir añadiendo harina poco a poco hasta que la masa esté trabajable.
Debe quedar blanda, elástica, suave, ligeramente pegajosa pero que al presionarla un poco con el dedo no tengamos dificultad en separarlo. Luego, se hace una bola y se coloca en un recipiente grande enharinado; cubrimos con un film y uno o dos paños de cocina, y dejamos que leve durante unas dos horas, en un lugar cálido y sin corrientes, hasta doblar su tamaño.
  
3- Volvemos a trabajar la masa, y le damos forma. Ponemos el roscón sobre la bandeja de horno ya preparada, lo pintamos un poquito con un huevo batido, cubrimos y dejamos otra vez descansar alrededor de una hora-hora y media.
Después se vuelve a pintar; se coloca la fruta confitada, almendras y/o azúcar y se esconden las sorpresas por debajo. Con el horno precalentado a 200ºC, se hornea a media altura bajando la temperatura a 180ºC. Estará listo a los 20-25 minutos, más o menos.
  
4- Después de unos minutos fuera del horno se deja enfriar completamente sobre una rejilla, aquí tenéis el roscón de reyes. Si la receta te hace muy grande, puede hacer roscones más pequeños y aprovechar para regalarlos a los familiares y amigos.
Nada más original, ¿no crees? Ahora sólo hace falta una taza de chocolate bien calentito y… ¡a esperar que vengan los Reyes Magos!


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