Nació 16 de agosto de 1815 en Turín, Italia. Fue un sacerdote
cordial y alegre, siempre dispuesto a sonreír, hablar con cariño y aconsejar a
los niños y a los jóvenes. Se destacó por su predilección por los niños. Ganaba
sus corazones con amor y con ternura, y sabía conquistar amigos con mucha
simpatía. Hacía juegos y con ejercicios de acrobacia atraía a sus pequeños
amigos para que asistieran a la misa del domingo. Creó numerosas instituciones
para chicos: la sociedad de la alegría, los oratorios festivos, refugios para
jóvenes de la calle, escuelas de artes y oficios, etc. Estas son las semillas
de las numerosas escuelas que sus hijos y discípulos desparramaron con rapidez
por el mundo entero.
En 1854, con los primeros muchachos recogidos de la calle,
organizó la primera congregación de los Salesianos (así llamada porque estaba
bajo la protección de un gran santo: san Francisco de Sales). Los Salesianos
realizan todas sus tareas bajo la advocación de María Auxiliadora, a quien aman
profundamente.
Pocos años después, Don Bosco, envió los primeros 10
misioneros salesianos a América del Sur, y allí se dispersaron por todo el
país, trabajando especialmente en la Patagonia, fundando escuelas y predicando
el Evangelio a los indígenas.
Murió en 1888, rodeado de sus compañeros salesianos a quienes
les decía: «Ámense como hermanos, hagan el bien a todos, a nadie el mal....
Digan a mis muchachos que los espero a todos en el cielo».
En 1934 es declarado santo. Su fiesta la celebramos el 31 de
enero, y desde el cielo es patrono y protector del cine, de las escuelas de
artes y oficios y también de los labradores.
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